El fallecido músico de 69 años supo instalar en cada etapa de su carrera un estilo escénico. Capas, brillos, hombreras. ¿Pasar desapercibido? Nunca.
Por Florencia de Sousa
“Sólo tengo que ser un hombre diferente. El tiempo puede cambiarme, pero no puedo esperar al tiempo”. (Bowie, David. “Changes”. Hunky Dory, 1971.)
El legendario David Bowie (quien murió a los 69 años el pasado 10 de enero) fue uno de los artistas que más ha contribuido al universo musical. Pero su aporte supo trascender la barrera del rock para arribar en el mundo de la moda.
En innumerables ocasiones, diseñadores y modelos le han rendido tributo en vida al cantante. Su figura sobre los escenarios inspiró diferentes creaciones y permitió que marcara una impronta personal, ya sea por usar un parche en un concierto, o portar un traje color verde con hombreras y recorrer las calles en compañía de Mick Jagger.
Transgresor. Camaleónico. Arriesgado. Rebelde. Creativo. Pasar desapercibido nunca fue una opción para el músico. Sus looks superaron lo que la época estaba preparada para ver.
En una de sus tantas incursiones en el cine, en 1986, protagonizó “Laberinto”, donde dio vida al recordado Jareth, el Rey de los Goblings, el cual vestía unas singulares capas oscuras y de cuero, usaba calzas, aparecía maquillado, con un peculiar peinado y buscaba impedir que una joven pudiera reencontrarse con su hermano, al convertir su aventura en una encrucijada.
En el Salón de la Fama del Rock , en Ohio, Estados Unidos, hay desde 1996 un salón dedicado al intérprete donde se exhiben algunos de sus icónicos trajes.
El compositor falleció a causa de un cáncer contra el que luchó durante 18 meses. Tenía dos hijos. Dos días antes de su muerte publicó su álbum N°25. Cientos de fanáticos se acercaron consternados a despedirse y dejar una flor en la casa donde el músico vivió en Nueva York.
“El planeta Tierra está triste y no hay nada que yo pueda hacer”. (Bowie, David. “Space Oddity”. Space Oddity, 1969.)
