Debido a
su conservación en el invierno y su crecimiento en el verano, en la Antártida
se desarrollan dos clases de musgos que destacan con su verde sobre el paisaje
blanco. (Foto: Matt Amesbury)
Los
investigadores de la Antártida han
descubierto un rápido crecimiento de bancos de musgos en la península
norte del continente, lo cual brinda una prueba impresionante del
cambio climático en la parte más fría y remota del planeta.
El hielo marino ártico más antiguo y grueso disminuye desde 1984. |
En
pleno calentamiento
global de los últimos 50 años, los científicos
encontraron dos especies de musgos diferentes que experimentan un crecimiento
acelerado. Los musgos que antes crecían menos de un milímetro por
año ahora crecen más de tres milímetros por año, en promedio.
"Las
personas piensan en la Antártida, con un poco de razón,
como un lugar muy frío, pero nuestro trabajo muestra que algunas de sus
áreas son verdes, con la posibilidad de que se vuelvan cada vez más verdes",
dijo Matthew Amesbury, un investigador de la Universidad de Exeter en Reino
Unido, líder y autor de un nuevo estudio. "Incluso estos ecosistemas,
relativamente remotos y que básicamente se podría pensar que no han tocado
los humanos, muestran los efectos del cambio climático inducido
por el hombre".
Amesbury y sus colegas de la Universidad de Cambridge, el
British Antarctic Survey y la Universidad de Durham publicaron el estudio
en Current Biology.
Al día de
hoy menos del 1% de la Antártida tiene vida vegetal. Pero en
partes de la península los musgos antárticos crecen en el suelo helado que
durante el verano se descongela parcialmente.
El musgo
de la superficie acumula una capa fina durante el verano y se congela
durante el invierno. A medida que una capa se acumula sobre otra, el musgo
más viejo se mantiene bajo el suelo congelado, donde se
conserva especialmente bien por la temperatura.
Amesbury
dijo que hizo un "registro de los cambios según pasó el tiempo".
Las
muestras del suelo en un área de 400 millas en el norte de la
península antártica revelaron cambios espectaculares en los
patrones de crecimiento que se remontan hasta 150 años atrás.
La
península ha sido un lugar de rápido calentamiento, con más días al año
con temperaturas por encima del punto de congelación. La
consecuencia, según halló el estudio, fue un crecimiento de cuatro
a cinco veces la cantidad de musgo según los registros más recientes.
"Es
otro indicador de que la Antártida retrocede en el tiempo geológico. Lo cual tiene
sentido si se considera que los niveles de dióxido de carbono en
la atmósfera han subido a un gran nivel. El planeta no ha
experimentado algo parecido desde el Plioceno, 3.000.000 de años
atrás, cuando la capa de hielo de la Antártida era más pequeña y los niveles
del mar eran más altos", dijo Rob DeConto, un especialista en
glaciares de la Universidad de Massachusetts en Amherst, quien no fue
parte del estudio pero lo revisó para The Washington Post.
El
glaciar Pedersen, en Alaska, derretido en 2005.
"Si
las emisiones de los gases del efecto invernadero continúan sin
control, la Antártida retrocederá aún más en el tiempo geológico… Tal vez la península llegue a
tener bosques algún día, como durante los tiempos de invernadero del Cretácico
y el Eoceno, cuando el continente estaba libre de hielo", continuó DeConto
por correo electrónico.
Los autores
coinciden en que los cambios que han observado son, probablemente, sólo el
comienzo. "Estos cambios, combinados con el aumento de áreas de tierra
libres de hielo debido al retroceso de los glaciares, promoverán la
alteración en gran escala del funcionamiento biológico, la apariencia y el
paisaje de la [península antártica] por el resto del siglo XXI y más
allá", escribieron.
El
crecimiento de los musgos es todavía moderado comparado con lo que
sucede en el Ártico, donde la expansión de verdes se registró desde
satélites. Hoy es tanto el crecimiento de las plantas en el Ártico que
algunos científicos esperan que, al menos, contrarreste parcialmente la pérdida
de carbono que se deriva del descongelamiento del suelo helado debajo de ellas.
Probablemente
ese momento esté muy lejos para la Antártida, pero sin dudas el continente
solía tener un paisaje muy diferente.
"Comenzamos
una travesía de regreso hacia ese tipo de ambiente", dijo Amesbury.
"Ciertamente, la Antártida no siempre ha sido el lugar helado que es ahora
y que ha sido por mucho tiempo".